No me gusta hablar con desconocidos. No es por el Peligro que suponen los Desconocidos del que nos hablan en el colegio, y que es cuando un hombre desconocido te ofrece caramelos o llevarte en su coche porque quiere tener relaciones sexuales contigo. A mí eso no me preocupa. Si un desconocido me tocara yo le pegaría, y puedo pegar muy fuerte. Por ejemplo, aquella vez que pegué a Sarah porque me había tirado del pelo la dejé inconsciente y tuvo una conmoción cerebral y tuvieron que llevársela a Urgencias.
Además siempre llevo mi navaja del Ejército Suizo en el bolsillo y tiene una hoja de sierra que podría cortarle los dedos a un hombre.